Hambre emocional: ¿Por qué comemos más de la cuenta?
Por: Mtro. Carlos Frías Casas
Psicólogo
Las personas no solo comemos por hambre, también es común comer cuando estamos aburridos, preocupados, estresados, tristes, entretenidos con familiares o amigos, para celebrar y para compartir; en el acto de comer están impresos significados profundos de nuestras emociones y de nuestra relación con los demás, incluso desde edades tempranas se liga a la comida con los afectos, por ejemplo, se nos enseña que compartir y procurar alimentos a los demás es una forma de demostrar cariño.
En los últimos años, un creciente cuerpo de investigación ha demostrado que el apetito y la ingesta de alimentos están influenciados por una serie de factores, además de nuestra necesidad biológica de adquirir energía, incluyendo la percepción que tenemos de la comida. Dicho esto, las personas tendemos a comer de más, gran parte estimulados por el contexto que nos rodea, “Somos esclavos del contexto: comemos porque estamos con amigos, porque algo es gratis, porque está al alcance de la mano, porque se ve sabroso, etc. Respondemos a las «señales de la comida» en base a nuestros sentimientos.” (Wansink, Mindless eating: why we eat more than we think, 2006).
El hambre emocional se puede entender como una manera de afrontar sentimientos desagradables; el comer nos distrae de aquellos pensamientos negativos, preocupaciones o temores y nos conecta con el momento presente, liberando endorfinas dentro de nuestro cuerpo que nos causan placer. El problema es cuando comemos más de lo que necesitamos por ser una gratificación inmediata y de fácil acceso, ya que se nos hace fácil calmar cualquier malestar emocional con comida.
El primer paso para remediar el hambre emocional es aprender a distinguir cuando nuestra hambre es una necesidad orgánica y cuando tenemos “hambre” de alguna emoción o experiencia. Para esto es necesario aprender a identificar cómo es nuestra relación con la comida. Una manera de identificar tu relación con la comida es contestando las siguientes preguntas:
- ¿Sigues comiendo a pesar de sentirte satisfecho?
- ¿Sientes hambre de golpe o sólo con pensar en comida?
- ¿Comes demasiado rápido?
- ¿Comes cuando estas triste, aburrido o te sientes solo?
- ¿Te sientes culpable después de comer?
- ¿Sientes antojo por una comida especial y ningún otro alimento parece saciar el hambre?Si respondiste que sí a la mayoría de estas preguntas, tienes hambre emocional. Pero no te desanimes, ésta es una oportunidad perfecta para identificar y ponerte en contacto con tus emociones y comenzar el proceso de satisfacerlas verdaderamente. Para esto es necesario recordar que las emociones tienen una razón de ser, por lo que el saber reconocerlas es el primer paso para atenderlas.
Consulta a tus expertos de la salud mental para encontrar las estrategias ideales para resolver tu situación.
Referencias
- Wansink, B. (2006). Mindless eating: why we eat more than we think. Bantam Bell.